Construcción y ansiendad…

                

Construir más que construir. Una vez comenzadas las vacaciones puse rumbo a mi tierra, Almería. Allí estuve con la familia y amigos. Anduve de norte a sur. Visite playas como la de Aguamarga y zonas como el Alto Almanzora, que son más que placenteras. Yendo por la costa desde la capital hacia la provincia de Málaga, el paisaje es desolador, el plástico de los invernaderos y las construcciones han hecho de aquel campo un terreno horrible, desastroso, in-humano… Uno cuando llega a Roquetas de Mar no sabe bien si está entrando en una gran ciudad, opulenta y ostentosa, o en un pueblo humilde y pequeño. Con el paso del tiempo el número de viviendas se han multiplicando. En muchas de ellas encuentras colgado el típico letrero de «Se Vende» que cada vez permanece más tiempo. Apenas queda terreno. Está todo esquilmado. Calles ausentes de habitantes y llenas de soledad. ¿A donde iremos a parar?¿para que todo esto? -me pregunto-. La felicidad -meta a alcanzar por todo hombre- es aquí entendida de manera frívola, sin pararse a pensar que será de nosotros o, de nuestros hijos o de quienes habiten nuestras tierras dentro de veinte, cincuenta ó cien años. Lo que importa es el dinero rápido, a costa de cualquier cosa, desconociendo que esto es pan para hoy y hambre para mañana pues, ¿qué sucederá cuando ya no halla gente dispuesta a hipotecarse, cuándo los bancos decidan dejar de dar con tanta facilidad préstamos? ¿qué sucederá con los trabajadores de la construcción, con los que no llegán a fin de mes por que tienen para pagar su interminable hipotéca?. Puede que entonces, las calles se lleñen de tristes y desesperados habitantes.